sábado, 12 de octubre de 2013

Carta al príncipe azul.

Querido Príncipe Azul.
Te escribo porque sé que estas en alguna parte. En estos tiempos probablemente no vayas a caballo ni sepas usar espada. Te imagino en un coche y con un teléfono móvil.
Hoy sábado por la noche, estarás en la barra de algún bar, bebiendo, mirando y... bebiendo. Sé que es mucho pedir que sepas bailar, aunque daría lo mismo que no supieras, si por lo menos hicieses el esfuerzo de moverte un poco. Es un aspecto secundario, y solucionable.
Otro lugar en el que pudieras estar es en el salón de tu casa, mirando la tele luego de hacer deporte o de una larga caminata. Quizás, de cena familiar en casa de tus padres, donde aún vives. Sería sorprendente que vivieras solito en un piso, no solo por la parte económica, que escasea, sino porque eso demostraría que puedes apañarte en una casa, loable por tu parte.
No sé me ocurre otro lugar donde enviarte este enlace. Si eres de los de vida de campo, meditación y pocas necesidades materiales, se me complica un poco por que tendré que usar el correo postal para comunicarme contigo.

Mi querido Príncipe, estoy un poco cansada de que veas a las princesas, que somos muchas y dignas del Reino, y tu no intentes conquistar a ninguna. Ya me he cansado de que aparezcas en forma de "graciosillo", "tontito", "mujeriego", mentiroso, y algunos otros personajes menos atractivos. Tienes que saber que ahora las princesas en general y yo en particular buscamos hombres de verdad, con H, capaces de valorar que la mayoría de nosotras somos totalmente independientes y no queremos ir ni delante ni detrás de nadie, sino, al costado para poder ir haciendo un camino en conjunto. Si, lo sé, es un concepto anticuado de pareja, pero es lo que quiero.
Otra cosita, ¿porqué cuando me ves, no me hablas ni te acercas?. Habemos princesas que nos gustaría ser conquistadas, no porque no podamos elegir primero nosotras, sino, porqué parece más bonito, además ahora no lucharías contra otro caballero de la corte, con ser amable, honesto y educado, tendrías ganada una buena parte de la conquista.
Finalmente, querido Príncipe, te comento que tienes que ir muy alerta, mira bien en cada librería, parque, discoteca, tienda, bar, incluso en el autobús, porque, las princesas ya no vamos en carruaje, y probablemente la que es para ti, está ahí, tan cerca, que ni se ven.
Me despido, reiterando mi deseo de que avises a los otros príncipes y caballeros, que estén atentos, que las futuras Reinas, estamos bastante cerca.
Hasta pronto.

miércoles, 9 de octubre de 2013

el amor romántico

Al ver después de mucho tiempo a una amiga querida y hablar con ella me doy cuenta de como era antes de venir a España y como soy ahora. Las ilusiones que tenía, los proyectos, la forma de vida que quería. Donde viviría cosas que han cambiado
Lo más impactante ha sido descubrir, que ya no creo en el amor romántico...
Más después.

viernes, 4 de octubre de 2013

El beso a la rana

Parecía que iba ha ser una aventura extraordinaria, sabiendo que me eduqué escuchando historias de reynas, príncipes y princesas; de besos mágicos y castillos encantados. Amanecí pensando que esas historias podían hacerse realidad.

No sé si lo que falló fue la dosis de ingenuidad, de pasión o de confianza, tal vez fue porque no era media noche, no había castillos, ni brujas, ni hadas o que no tenía un vestido, ni un zapato mágico. Quizá la rana no era de la especie adecuada, era muy verde y enana.

Que triste comprobar, que no siempre besar una rana te va ha devolver un príncipe,después de mi beso, la rana se convirtió en sapo.

Conclusión: no tengo besos mágicos.


miércoles, 2 de octubre de 2013

Tú, eres especial

Cuando yo tenía algo más de dos años de edad, me quedé en la casa de Tinta con mi Mamá Mimi y mi tía Betty. No recuerdo las travesuras que hice, pero me las cuentan con frecuencia, sobre todo el "camina Mamita, - no poyo pe, no poyo".

Mis padres viajaron a Arequipa, la ciudad un poco más al sur de Cusco, tenían que ir ahí y "dejarme", era una gran misión y un motivo que agradeceré toda la vida.

Lo que si tengo muy grabada en mi memoría, es el momento en el que entran por la puerta primero mi mami, a la que salí ha abrazar corriendo, olvidando ese dolor de pie que creo no existío, y detrás mi papá con mi hermanito, al que, desde entonces llamé: "mi hijo".

Hermanito querido, ya han pasado algunos años desde ese mágico momento en que te ví, nos vimos, y me emociono de saber que Dios me bendijo con un hermano como tú. Nuestro hermano del Cielo, supongo que pensaría igual.

Gracias, por cada juego, cada riña, cada abrazo y cada sonrisa que compartimos. Hemos tenido nuestros momentos de desacuerdo, incluso de hacer cada uno lo que quiso, pero deseo que sepas, que siempre he estado pendiente de ti y siempre he sentido que tú lo has estado de mi, cada quien a su manera.

Hoy es tu cumpleaños, me entristece no darte un abrazo en persona, pero sé que estarás bien, con los papás y la familia. Sé también que el Señor te seguirá Bendiciendo y que todos tus proyectos se concretarán como tienes planeado.

Decirte que te quiero, es poco para describir lo que siento y lo que eres para mi.

Sigue siendo, el hijo amado, el amigo fiel, y "mi hermanito querido", el mejor que se puede tener.

¡¡¡¡¡SUPER FELIZ CUMPLEAÑOS PJ¡¡¡

el silencio, también cuenta

Era medio día y me disponía a preparar mi comida. La mañana transcurrí intradomicilio, haciendo labores de hogar, al final tenía toda la tarde para leer y escribir. Pero la llamada era para salir de la quietud y llevar un paciente de UCI, en UVI móvil. No era una llamada cualquiera, suponía ayudar a un amigo y asumir una responsabilidad nueva.
El tiempo para decidir fue de segundos, y dije: "Si".

El trámite en el hospital, fué rápido, el médico de UCI, me dijo: "es de ADESLAS, es vuestro, yo no sé a donde vá". una amiga me dió el informe médico y luego de presentarnos con el paciente, conectar "los cables", salimos. Me quedó la sensación de que me ayudó más una amiga que el colega de turno. En fin, hay actitudes que hay que ignorar.
El paciente se veía nervioso, serio, poco hablador y desconfiado.
En la ambulancia, luego de la anamnesis rutinaria y llenar los informes de traslado, nos esperaba una hora de viaje. Intenté iniciar una conversación "neutra" para poder hacer más llevadero el viaje del paciente. Ninguna pregunta, ni la del tiempo, ni la de toros, ni la de pueblos, ni la del Rey, ni lo incómodo de ir tumbado, ni el ruido de la sirena, nada sacaba más de un si o un no, o alguna pequeña frase de mi paciente.
Tenía miedo de preguntarle: ¿Qué sentía?, y ¿si no sabía responderle?. Pero se lo pregunté, me dijo que estaba preocupado y asustado, que no se había cuidado y que quería saber cúan mal estaba. Le dije: "yo no lo sé, creo que acudió al hospital a tiempo y que por lo que dice el informe, no es tan grave". El paciente, médico de profesión, sabía que no le mentía pero también que se podía complicar en cualquier momento.
Me miró, no sé si lagrimeó o fue un poco de sudor, le dí la mano, me dijo: "tienes el teléfono de mi hermana", dije: "si", y desde ese momento, solo el silencio nos acompaño.

Ahora, estoy en casa, pensando que no supe aliviar el sufrimiento de mi paciente, estaba estable, sin dolor físico, orientado, y todo eso que nos interesa en un traslado, pero, esa mirada preocupada y esa mano nerviosa, no supe aliviarla.

Me consuela que al despedirnos, se acordaba mi nombre, y con una sonrisa me dijo: "nos vemos en el pueblo".
Fin.