Mañana es Navidad, y no sé como empezar a contarles todos los maravillosos regalos que estoy recibiendo estos días.
Ayer, una paciente vino ha verme a la guardia y me dijo: " ay! mi doctora Cecilia está aquí. !Gracias!" Me emociona hasta ahora recordar su rostro, su sonrisa, su abrazo. Sí, que una mujer de 83 años, a la que vi dos veces y la última para remitirla al hospital, venga el día del alta a verme, sepa mi nombre, y me de las gracias, es un regalo invaluable.

También agradezco los gestos de personas que son parte de mi día día como el carnicero del barrio y su cuidado al despacharme o la señora de la cafetería, que ya no me pregunta, ¿Azúcar?, o mi amigo barman que tiene que hacer uso de su imaginación cuando le digo, por ejemplo: "para mi, algo lila", o que mi vecino operado de las caderas, siga saliendo a dar sus paseos cada vez más ágil y me diga: "Voy mejor, no?", o que la dueña del local de masajes me dé un detalle para las manos; todos estos pequeños grandes gestos, para mi, son un regalo.
Me emocionan los regalos que me han hecho: Mi amiga de mi ex trabajo, invitándome a su casa por Navidad. La invitación de otra amiga diciendo: "eres parte de la familia, tienes que venir", u otra mujer fantástica que me dice: "me voy al norte, mi casita es pequeña, pero vente cuando quieras" o las llamadas o mensajes preguntándome ¿Qué haré?, ¿Donde estaré?, esos, son regalos que nunca olvidaré.

Poder haber pasado la tarde con un amigo tan antiguo que no sé si nos conocemos 15 o 20 años, comer comida peruana, sentir que el tiempo, entre verdaderos amigos, no pasa, reírnos y echarnos las broncas, es un precioso regalo.
También lo es, tener amigos que a un mensaje o una llamada dejan de hacer lo que hacen para oírme o ayudarme, que no cambian nuestros planes y que me hacen sentir parte de sus vidas. Sí, sé que tengo regalos inigualables.
Tener un fin de semana para compartir con adultos maravillosos el poder ser niños, y jugar, y reír, hacer travesuras, abrazarnos, meditar, soñar, escribir, bailar, esculpir, ser nuevamente niña, es otro regalo.
Es un regalo, que ahora pueda distinguir desde el corazón y sin juzgar, quienes son las personas importantes de mi vida, que amistades son amistades de verdad y quienes son compañeros, y quienes quizás, solo, recuerdos.
Es un regalo que mi familia en Perú esté bien, que las Bendiciones y la salud nos acompañen, que podemos comunicarnos, incluso cuando falla el internet, que aunque estoy lejos, sigo muy unida a ellos, les extraño, pero es un inmenso regalo sentirlos cerca.
Como ven, considero que la vida, todo en ella, es un regalo. Basta con abrir los ojos del corazón y disfrutarla.
Te invito a que lo hagas, seguro que hay un regalo especial muy cerca de ti.
Cecilia.
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